La mayoría de las depresiones y las conductas ansiosas se producen por la intensidad con la que sentimos o vivimos nuestras experiencias negativas .Muchas veces nos vemos repitiendo mentalmente una y otra vez los sucesos que nos dañaron o las preocupaciones que tenemos, empañando así toda posible felicidad que pase frente a nosotros.
Sin embargo cuando ayudamos a terceras personas se produce un efecto milagroso:
- En primer lugar nos hacemos conscientes de que todo el mundo tiene problemas a veces mucho peores que los nuestros.
- Salimos de nosotros mismos y momentáneamente dejamos de pensar en toda la vorágine de pensamientos destructivos que normalmente nos devoran.
- Gozamos del placer de participar y contribuir a la felicidad ajena , lo que es muy satisfactorio y además contribuye a nuestro autoconcepto.
Cada cual tiene una causa favorita o familiares o amigos que precisan de una mano amiga.Anímate a ayudarlos desinteresadamente y comprobarás que no sólo le haces bien a aquellas personas , sino que te haces un tremendo beneficio espiritual a ti mismo.
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